SERRA

Historia de Serra

Serra, una ruta histórica hacia València

Serra se ubica en pleno corazón de la Sierra Calderona, en el centro de un estratégico eje natural que sirve de comunicación entre el valle del Palancia, al norte, y la Plana de València, al sur. El corredor Serra-Torres Torres era el camino más corto y habitual para ir a pie o cabalgando a Aragón desde Valencia o viceversa, ya que se evitaba la vuelta que suponía rodear la Sierra Calderona por Sagunto, o por otros pasos de montaña más hacia el interior.

A lo largo de la historia, este corredor y puerto de montaña ha sido camino de paso habitual para transeúntes, viajantes, correos y ejércitos. Las diferentes culturas que históricamente se han ido sucediendo en las tierras valencianas también establecieron aquí sus asentamientos, a la vez que construyeron numerosas fortificaciones medievales utilizadas como atalayas.

Torres de Serranos

Se ha dicho, sin demasiado fundamento histórico, que el nombre de las torres de Serranos (siglo XIV) proviene del hecho de que estas torres fueron utilizadas por los pueblos de la comarca de La Serranía para entrar a València. Sin embargo, no es probable que así fuera ya que, por una parte, el nombre de esta comarca proviene del siglo XX y, por otra, el camino natural para llegar desde aquella comarca a València era la actual avenida de Burjasot. Esta ruta llegaba a València por el Portal Nou, antes también llamado de Santa Creu y de Campanar, frente al puente de San José.

En cambio, al Portal dels Serrans llegaban tanto los serranos de Serra, y de otros pueblos de la ruta,que durante siglos habían llevado a la ciudad productos agrícolas, minerales y forestales; así como los transeúntes que venían de Aragón y Cataluña, tanto si habían pasado por el paso natural de Serra como si venían de los caminos reales que confluían cerca de Sagunto. Además, lo natural es que cada una de las distintas puertas de una ciudad tomaran el nombre de los pueblos o rutas que las enfrentaban. Así las torres de Quart toman el nombre de este pueblo porque era el acceso de los vecinos de Quart de Poblet y otros pueblos de su ruta. De esta manera, el portal de Serrans enfrentaba con Serra, prolongándose ya en la ciudad por la calle de Nàquera y la propia calle de Serranos, al final de la cual vivían los Boïl de l’Scala, señor de Manises y en algún tiempo también señores de la Baronía de Serra.

Antigüedad de Serra

Los primeros antencedentes conocidos sobre la presencia humana en Serra se remontan a la prehistoria. En diferentes yacimientos se han encontrado piezas de sílex y fragmentos cerámicos negros, algunos de época neolítica y la gran mayoría del Bronce valenciano. De las épocas ibérica y romana se tiene constancia de, al menos, tres poblados íberos: Alcalà, Ria y Portaceli, además de restos correspondientes a diferentes villas romanas, al mismo asentamiento de Ria.

En el término municipal de Serra han existido durante siglos diversos asentamientos o poblados. El actual núcleo urbano de Serra se supone que pudo ser fundado en época musulmana, por tanto, asentamientos como el de Ria, serían más antiguos. Por otra parte, también se conocen otros cuatro poblados que existían en época medieval, como es el caso de Armell, en la zona de Mugró; Lullén, entorno de la actual Pobleta; Rocafall, cerca de La Torre, y otro poblado musulmán de nombre desconocido sobre el que se fundó el monasterio de Portaceli.

Serra Medieval

El origen de la actual población de Serra podría remontarse a los primeros siglos de la ocupación árabe del territorio valenciano. En el año 711 los árabes empiezan la invasión de la Península y en pocos años llegan a tierras valencianas. Con el tiempo empiezan a construir castillos y atalayas como las que encontramos alrededor de Serra. Por su situación estratégica, el paso natural de Serra tuvo como elemento principal el castillo de Serra y un importante sistema defensivo y de vigilancia formado también por las torres de Ria, Ermita y Satarenya, así como la Torre del Senyor, que está dentro del casco urbano. Como poblaciones de aquella época estaban Serra y las citadas anteriormente.

En el s.XI el rey moro Yahya Al-Qadir, destronado del reino de Toledo y pretendiente del reino de València, acampó en Serra junto con Álvar Fáñez, pariente del Cid. Fue precisamente aquí donde le fueron entregadas las llaves de la ciudad. Poco tiempo después, el Cid conquistó Valencia y también Serra.

En 1232 empieza la conquista del Reino de València por Jaime I. Serra fue conquistada por las fuerzas cristianas y en 1240 aparece su donación en el Llibre del Repartiment. Serra y sus alquerías, hornos, molinos y castillo fueron donadas a Gauteri de Roma, pasando posteriormente a la familia de los Bellpuig, a los condes de Prades, a los Boïl y otros hasta llegar a los Folch de Cardona, posteriormente convertidos en duques de Montellano. En manos de esta familia quedó Serra hasta que fueron abolidos los señoríos en el s. XIX.

Después de decretar Felipe III la expulsión de los moriscos, Serra quedó despoblada y su señor, Josep Folch de Cardona otorgó Carta Puebla, el 26 de noviembre de 1609, a los nuevos repobladores, cristianos viejos que vinieros de Alcublas, València y otros pueblos de l’Horta.

La importancia estratégica del corredor natural de Serra volvió a ponerse de manifiesto durante los diferentes conflictos bélicos de los útlimos siglos. Así, al final del s.XIX pasaron por Serra las tropas carlistas de Santés que se dirigían a tomar València.

Durante la última Guerra Civil, se acabó de construir la carretera de Torres Torres, CV-310, históricamente un transitado camino de herradura, que fue fortificada mediante puestos de ametralladoras y trincheras con la finalidad de proteger este paso de la amenaza franquista, ya que los miembros del gobierno de la República residían en chalets de Serra y Nàquera. El mismo presidente de la República, Manuel Azaña, tuvo establecida su residencia en la finca de La Pobleta, antiguo poblado musulmán de Lullén. A su alrededor hubo un importante despliegue de militares y piezas de artillería. Terminada la guerra, el actual hospital Dr. Moliner en Portaceli, se convirtió en un campo de concentración de represaliados republicanos.